El 11 de mayo de 1810 llegaba al mundo José María Benito Serra y Juliá. Su nacimiento, fue para su familia una señal de esperanza y alegría, en tiempos difíciles. Él mismo recordaba: “Mis gemidos sonaron para mis padres como un cantar festivo en medio de la guerra de la Independencia.”
Desde su niñez aprendió los valores que lo sostendrían siempre: firmeza, fe y una pasión profunda por el bien.
Hoy, en su 215 aniversario, la Familia Oblata lo recuerda con gratitud, celebra su vida, su entrega y su legado que sigue vivo e inspirando nuestra misión.
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